
La relación entre Miguel Ángel Russo y Juan Román Riquelme sufrió altibajos desde la salida del DT en 2021. En ese momento, luego de malos resultados, el entrenador se marchó de Boca y el presidente del club apostó por Sebastián Battaglia, quien emergía desde la Reserva.
Para algunos la salida fue injusta, pues Russo había ganado la Superliga 2019/2020 y la Copa Maradona, además llegó a semifinales de la Libertadores y eliminó dos veces a River en competiciones nacionales.
Aunque Román tomó el antipático rol de finiquitar su segundo ciclo, jamás le soltó la mano. El entrenador comprendió ese gesto con el tiempo. Más adelante, esa amistad se sellaría exactamente cuatro años más tarde en el mismo club, en el mismo lugar, con los mismos valores.
Russo, Riquelme y clave de su vínculo hasta 2025
En óptima condición física Russo se aventuró en Arabia Saudita tras dirigir en Chile, España, México, Perú y Paraguay. Paradójicamente, en ese destino se reencontró con Román y Boca. A pocos días de firmar con Al Nassr, el Xeneize viajó para disputar un amistoso contra Barcelona en Medio Oriente. Fue en diciembre de 2021, meses después de su adiós a La Ribera, cuando Riquelme y Russo se sentaron a tomar un café en el hotel donde se concentró el plantel de Battaglia. Allí hablaron del ciclo cumplido, del presente con Sebastián y de la proyección a futuro.
Russo sabía que esa sería su última experiencia en el exterior. Esa etapa duró hasta mediados de 2022, y le sirvió para hacer una última diferencia económica y también para sacar la duda de cómo era dirigir en una cultura tan distinta.
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Boca, Rosario Central y momentos decisivos
A fines de 2022, Rosario Central confirmó a Russo como nuevo técnico, en lo que sería su quinto mandato. Fue la carta ganadora de Gonzalo Belloso tras ganar las elecciones en el Canalla. En abril de 2023, Central y Boca se enfrentaron por la fecha 13 en el Gigante de Arroyito, y ocurrió un fuerte entredicho entre Russo y el árbitro Ariel Penel, expulsado por hacer tiempo.
Unos días después, Riquelme declaró al respecto: “El otro día me extrañó lo de Miguel. Él sabe que lo quiero mucho, pero me sorprendió. Ni cuando lo tuve de entrenador ni siendo DT y yo dirigente lo vi de esa manera. Él siempre es correcto y educado, lo del otro día fue raro. Hablo todos los días con él. El día antes del partido hablo con él, hablo siempre con Miguel. Cuando tengo que preguntarle cosas de fútbol, le pregunto. Quiso hacer un poquito de tiempo, eso no está bien. Estamos grandes para eso”.
San Lorenzo, Gago y la vuelta de Russo a Boca
Luego del octavo puesto que obtuvo Central en la primera parte de 2023, Russo se coronó en la Copa de la Liga 2023 y tuvo una aparición pública tras eliminar a River, donde agradeció especialmente a Román por el mensaje que le había mandado. En Boca hubo cambios: Jorge Almirón sustituyó a Hugo Ibarra, y Gago asumiría más tarde. Russo, libre en ese momento, fue presentado oficialmente en San Lorenzo.
El ciclo de Fernando Gago en Boca comenzó con una mezcla de ilusiones y tropiezos. Su equipo sufrió una dura eliminación en semifinales de la Copa Argentina ante Vélez, pero consiguió clasificarse a la fase previa de la Copa Libertadores 2025. Mientras tanto, Miguel Russo logró estabilizar a San Lorenzo en el cierre de la Liga Profesional 2024, en medio de un contexto institucional complejo. Lo mejor del Ciclón se vería en el Apertura 2025, un torneo que, sin saberlo al principio, marcaría el destino final del entrenador.
En esos meses, una imagen recorrió las redes: un café compartido en Miami entre Riquelme y Russo. En la cancha, San Lorenzo acumulaba 14 puntos sobre 18 en las primeras seis fechas, mostrando solidez y carácter. Por su parte, el Boca de Gago, con 11 puntos de 18, todavía no encontraba una identidad de juego que estuviera a la altura de su plantel. El 22 de febrero, el Xeneize logró su tercer triunfo consecutivo en el torneo local ante Aldosivi, y llegó entusiasmado a la revancha de la Libertadores frente a Alianza Lima, que había ganado 1-0 en Perú.
Sin embargo, en La Bombonera ocurrió lo impensado. El equipo peruano, dirigido por Pipo Gorosito, forzó los penales y eliminó a Boca. El cambio de arquero de último momento —Leandro Brey por Agustín Marchesín— desató un conflicto interno y dejó a Gago completamente superado por la situación. La caída en el repechaje tuvo un fuerte impacto emocional en hinchas, cuerpo técnico y jugadores.
Desde la óptica de Riquelme, la continuidad de Gago quedaba atada a los resultados inmediatos. Boca respondió con tres triunfos seguidos ante Central, Central Córdoba y Defensa y Justicia. Luego cayó con Newell’s, pero se repuso frente a Barracas Central, Belgrano y Estudiantes. Las cartas, a esa altura, ya estaban sobre la mesa.
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Un adiós que quedará para la historia
Mientras tanto, San Lorenzo perdía el clásico con Huracán en la séptima fecha, aunque se redimía con un vibrante 3-2 frente a Racing. A comienzos de marzo, durante un viaje a Rosario, Russo le confesó a su ayudante de campo, Juvenal Rodríguez, cuál sería su próximo paso. Su objetivo era dirigir a Boca en el Mundial de Clubes. “Así lo tenía de super claro, Miguel era así, veía cosas donde otro no las veía. Él quería terminar en Boca, ya sabía que venía su último período de vida, y los últimos meses fueron muy duros para él”, contó en Caracol Radio tras la muerte del DT.
Lo que Riquelme y Russo hablaron en ese tiempo solo ellos lo sabrán. Pero lo cierto es que su “hilo rojo”, esa leyenda asiática que une destinos, estaba cerca de desanudarse.
Sin Gago en el cargo, Riquelme designó a Mariano Herrón como interino con proyección hasta los playoffs del Clausura. El 10 de mayo, San Lorenzo superó agónicamente a Tigre de Nacho Russo en el Nuevo Gasómetro, y esa misma noche, el Boca de Herrón venció a Lanús por penales en un clima caldeado. Nueve días después, Russo quedó exhausto tras la clasificación del Ciclón a semifinales ante Argentinos Juniors, también por penales, mientras Boca caía 1-0 frente a Independiente.
A esas alturas, los rumores sobre un nuevo ciclo de Miguel en Boca eran incontrolables. Riquelme, decidido a no repetir los errores de decisiones compartidas con el Consejo de Fútbol, había tomado la determinación de devolverle el banco a su amigo. Quería darle una despedida digna, con los botines puestos. Su salida de San Lorenzo no fue sencilla y generó tensiones en el plantel.
En la previa de la semifinal ante Platense, Claudio Úbeda confirmó públicamente el interés de Boca, aunque aclaró que el cuerpo técnico seguía concentrado en el Ciclón. En paralelo, en La Ribera se descartaban opciones como Tata Martino, Kily González, Gabriel Milito y Gustavo Quinteros.
El tiempo apremiaba, pero Russo estaba decidido a rescindir y volver a Boca. Su deseo era dirigir el Mundial de Clubes y despedirse en lo más alto, compitiendo frente a gigantes como Benfica y Bayern Múnich. Lo consiguió: Boca estuvo a la altura, aunque no logró avanzar. Volvió a Argentina con el sabor amargo del empate ante Auckland City, pero con la tranquilidad de haber cerrado su círculo en el lugar que siempre sintió como casa.
Las noticias sobre su salud empezaron a preocupar, pero tanto Miguel como Román eligieron mantener el silencio. Las críticas aumentaron, pero ellos respondieron con serenidad. Los comentarios sobre su estado físico se multiplicaron, aunque nunca rompieron ese vínculo inquebrantable. Ese pacto de amor que ambos construyeron y que muchos entendieron recién el pasado 8 de octubre, cuando Miguel Russo dijo adiós.
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