La figura de Paredes se volvió fundamental en Boca durante el Torneo Clausura. Tras el triunfo 2-0 ante Tigre, que le permitió al Xeneize cerrar la fase como líder de la Zona A, el capitán habló sin rodeos sobre lo que intenta aportar al equipo desde su llegada. Su respuesta dejó en evidencia su rol dentro del vestuario: “Confianza, sacarle responsabilidad a muchos para que puedan disfrutar de estar en el club más grande de América”.
No se trata solo de lo que hace en la cancha, sino del peso específico que tiene en la convivencia diaria. Desde que tomó la cinta por la lesión de Edinson Cavani, Paredes asumió con naturalidad un liderazgo positivo que se refleja en gestos, actitudes y respaldo constante hacia sus compañeros, claves para explicar el presente del equipo.
Uno de esos gestos más comentados tuvo lugar ante Tigre. Boca tuvo un penal y, en lugar de ejecutarlo él mismo, el volante decidió entregarle la pelota a Cavani, quien volvía tras siete partidos afuera y venía siendo cuestionado por su falta de gol. Para Paredes, ayudar a recuperar la confianza del uruguayo era más importante que convertirse él en protagonista. “Es espectacular que él esté bien”, afirmó luego del partido.
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El efecto Paredes dentro y fuera de la cancha
Claudio Úbeda, entrenador xeneize, no dudó en elogiar al mediocampista: “Aporta optimismo, personalidad, competitividad y un compromiso enorme”. Pero además reveló algo que explica su influencia en la unión del grupo: cada miércoles, después del doble turno, todo el plantel se reúne a comer un asado en la casa del capitán. Un detalle sencillo, pero que fortaleció vínculos en un vestuario que venía golpeado.
El liderazgo de Paredes también fue crucial para futbolistas que atravesaban momentos difíciles. Exequiel Zeballos reconoció públicamente que el capitán lo apoyó cuando quedó fuera de varias convocatorias: “Me dio mucho cariño, que era lo que necesitaba”. Hoy, el delantero es titular y figura, con una recuperación futbolística directamente ligada al respaldo del mediocampista.
Otro gesto que dio la vuelta fue su abrazo con Agustín Marchesín tras el primer gol a River en el Superclásico. En vez de correr hacia el autor del tanto, Paredes buscó al arquero, quien había sido criticado en partidos previos. Esa forma de acompañar al compañero en silencio demuestra su rol dentro de un equipo que necesitaba un líder así.
La influencia de Paredes va mucho más allá del juego. No solo ordenó el mediocampo y aportó jerarquía, sino que reconstruyó la confianza de un plantel que había perdido seguridad. Con pequeños gestos y una enorme personalidad, el capitán se convirtió en el motor emocional de Boca y en una pieza imprescindible para entender su presente competitivo.

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