La crisis deportiva que atraviesa River durante este cierre de año generó un profundo remezón institucional. Tras un ciclo plagado de tropiezos, eliminaciones y un desgaste inesperado de la figura de Marcelo Gallardo, el club se encuentra revisando varias de sus estructuras internas de cara al 2026. En ese marco, uno de los focos principales es la Secretaría Técnica, un área que históricamente cumplió un rol clave pero que hoy está en pleno debate: ¿seguirá funcionando tal como está, sufrirá modificaciones o directamente puede desaparecer?
Los días posteriores a las derrotas fueron particularmente convulsionados. El presidente Stefano di Carlo ratificó la continuidad del entrenador, pero también dejó entrever que habrá cambios profundos. De hecho, sus declaraciones marcaron un nuevo tono de liderazgo: pasó de asegurar que Gallardo era “el CEO del área de fútbol” a afirmar que “nadie tiene las llaves del club”. Un mensaje claro en medio de un contexto deportivo preocupante y que impacta directamente en la Secretaría Técnica.
Durante este año, la estructura liderada por Enzo Francescoli —con Leonardo Ponzio como asistente— tuvo una participación menor en la toma de decisiones. Gallardo y Mariano Barnao absorbieron prácticamente todos los movimientos: refuerzos, renovaciones y planificación deportiva. El propio Francescoli había reconocido esta dinámica al afirmar que “en River el fútbol es muy vertical”. Esto alimenta la versión de que podría ser el final de un ciclo de más de 12 años.
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El futuro de la Secretaría Técnica y la influencia de Gallardo
Mientras River intenta reorganizarse después de un año para el olvido, surgen versiones dispares sobre el futuro de la Secretaría Técnica. Algunas fuentes indican que Di Carlo quiere recuperar la relevancia institucional de esta área, incluso evaluando perfiles como David Trezeguet. Otras versiones sostienen que Gallardo pretende conservar el control deportivo, aunque la falta de resultados debilitó su margen de decisión.
El rendimiento de los refuerzos elegidos este año —la mayoría pedidos por el DT— dejó más dudas que certezas. Y eso abrió una grieta interna: por primera vez desde 2014, Gallardo podría tener limitaciones o condicionamientos sobre sus decisiones. Aun así, la relación del técnico con el nuevo presidente es muy buena, y en River confían en que podrán encontrar un equilibrio.
Los próximos días serán determinantes. El club necesita redefinir su modelo deportivo, su estructura dirigencial y el papel de la Secretaría Técnica dentro de un proyecto que pretende regresar al protagonismo. Todo lo que hasta hace meses era una certeza hoy es una incógnita, y en Núñez saben que esta decisión marcará el rumbo de los próximos años.

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