A lo largo de su gestión como dirigente de Boca, Juan Román Riquelme mantuvo una lista muy selecta de futbolistas que consideraba ideales para vestir la camiseta azul y oro. Entre ellos, uno de los nombres más deseados fue el de Paolo Guerrero, histórico goleador peruano y referencia de la Selección de su país durante más de una década. Sin embargo, pese al interés concreto del Consejo de Fútbol y al deseo personal del ídolo xeneize, la llegada del atacante nunca logró concretarse por un motivo que se repitió con el paso del tiempo: las lesiones.
Riquelme siempre destacó la jerarquía, el carácter y la clase de Guerrero. En más de una entrevista mencionó que era “un jugador nacido para Boca”, convencido de que su personalidad y experiencia encajaban perfectamente con las exigencias del club. Incluso reveló que el doctor Jorge Batista viajó especialmente para evaluarlo en una etapa crítica de su recuperación física. Aunque el análisis médico dejaba alguna esperanza, el momento no era el adecuado y el fichaje se cayó.
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Los intentos frustrados de Boca y la visión de Riquelme sobre el goleador peruano
El primer acercamiento se dio en plena pandemia, cuando Guerrero estaba en Inter de Porto Alegre y Boca necesitaba un reemplazo tras la salida de Darío Benedetto. Para Riquelme, reforzar el ataque era una prioridad, pero las negociaciones entre clubes no prosperaron y la operación se truncó, dejando al Consejo con un vacío difícil de llenar. En aquel momento, Soldano y Ábila no lograban convencer y el peruano aparecía como una solución de jerarquía.
En 2022 se produjo un segundo intento, ya con Boca enfocado en la Copa Libertadores. Sin embargo, otra lesión en la rodilla izquierda volvió a impedir el traspaso. Guerrero jugó muy poco aquel año, y finalmente el club decidió repatriar al Pipa Benedetto como alternativa más segura. Riquelme se lamentó públicamente: estaba convencido de que el peruano hubiese triunfado en La Bombonera.
Curiosamente, en 2023 Guerrero arribó al fútbol argentino, pero vistiendo la camiseta de Racing. Su paso fue irregular y breve, con apenas tres goles en 23 partidos, antes de partir hacia Liga de Quito. Al año siguiente regresó a Alianza Lima, donde protagonizó un episodio que golpeó directamente a Boca y a Riquelme: la eliminación en la fase 2 de la Copa Libertadores 2024, donde el delantero anotó en la tanda de penales.
Hoy, con 41 años y un gran presente en el club de sus amores, Guerrero atraviesa el tramo final de su carrera. Mientras tanto, para el Mundo Boca y para Riquelme, todavía queda esa sensación de oportunidad perdida: la convicción de que Paolo hubiese brillado con la camiseta más pesada del continente.
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